
Para una persona que empezó a sentirse obligado a estar en la política en general, cualquiera sea su ubicación, estatal, local, universitaria, asociacional, vecinal, etc…., allá por los años setenta, el que en la actualidad pueda ampararse, entre otras muchas opciones, en la normativa sobre “Transparencia”, y poder exigir información a la Administración, en cualquiera de sus formatos, sobre cualquier tema sin necesidad de justificación, podría pensarse que uno está ante el mejor de los mundos posibles. No es verdad, pero valoro el avance. Sin embargo el que seguir en la senda pueda permitir llegar más lejos, o incluso hacer liviano el camino porque cualquier información esté a golpe de “clip”, sea una meta a seguir perseverando, sigue siendo una opción ilusionante. Soy consciente también de que no se avanza en ningún tipo de progresión, sea aritmética o geométrica, y también asumo que ello no es ni de derecha ni de izquierdas, es simple y desgraciadamente una cuestión de poder.
Sin embargo, y concretando, el peor enemigo, en el momento en que vivimos, para que la “Transparencia” en el mundo político sea algo real y servible, son los propios partidos políticos que pretenden ordenar y legislar su acceso. Los propios son los enemigos y se autolegislan para no ser transparentes. En la oposición son la quintaesencia de la transparencia y gobernando se amparan en cualquier escudo o parapeto legal construido o construible. Haría falta un acuerdo entre todos los partidos, para ser respetuosos con el equilibrio de poderes y con la propia Constitución, …..pero que sancionara la sociedad civil con actuaciones previas y posteriores consecuentes, para empezar a confiar de forma efectiva en algo que si no se percibe como fundamental nos dirige directamente a la autocomplacencia, que podrá ser buena para los que se dejan llevar, pero es muy difícil de asumir para los que valoramos el espíritu libre y vindicativo. También sería posible que se obligara al obligado y ahí podemos estar…al menos algunos estamos !¡. (pregunta: ¿Qué es la Sociedad civil?……Bueno, tendría que ser el que vigila al vigilante)
Llegando un poco más lejos, y a pie de realidad, el momento que estamos viviendo creemos que permite vislumbrar que lo que llamamos “Transparencia”, se queda muy corto. Está bien que avancemos en exigir del Estado y su conglomerado administrativo la más absoluta transparencia en sus actuaciones y actividades. Pero ¿qué ocurre con los partidos?, e incluso otras organizaciones que concurren activamente en la actividad estatal y que nos conciernen y condicionan, que son los abanderados de esas instituciones y que son los que, en definitiva, dirigen y determinan su actuación y que son también “Estado”. Las normativas sobre esta materia deberían ocuparse de ello. Es la cuestión de vigilar al vigilante, que en este caso es bastante autoindulgente.
Y llegado a este punto ¿Hablamos de democracia? Nos ponemos en lo que está ocurriendo y hablamos de transparencia. En este sentido, preguntemos desde posiciones que amparen la transparencia: Si un partido político se ha presentado recientemente a unas elecciones estatales a congreso y senado con un programa y una dicción pública en contra de coaliciones concretas y determinadas, así como prometiendo actuaciones radicales frente a pretensiones individualistas tendente al secesionismo: y ha obtenido “x” millones de votos …….¿es posible que en un breve plazo de tiempo esos “x” millones de votos no valgan para nada (para estar en la poltrona lo parece), se diga todo lo contrario y ahora sólo valga la militancia (o un 60%) para decidir el destino de todos (misérrimos frente a millones)?
A parte de entender que estos plebiscitos son pacto de dictadores (véase la historia), no puede por menos de dejarse ver, que entre pulquérrimos anda el juego y nos condicionan a todos. No es de extrañar que algún aficionado a “Juego de Tronos” (que puso su acceso a un chalé en plebiscito, no para acceder al mismo sino para desestabilizar el partido), y otros que se le suman entiendan la política como una corte real. Son republicanos de pacotilla, porque en realidad viven en “La Corte”, a golpe de navajazos.
No hay mejor cosa que un plebiscito para encumbrar al líder y no dejar que en los lugares adecuados se discutan y se modulen las ideas y los acuerdos. Plebiscitos no es igual a democracia, es demagogia. La actividad sobre la transparencia podría actuar legislando sobre el tema y posibilitando la actuación interna. Los partidos, y similares, deben asumir la actuación sobre ellos de la transparencia con una actividad dirigida sin prejuicios desde la sociedad civil.
Asumiendo lo que hoy está en supuesta discusión: ¿Hay alguien que haya entendido que la República ni es de derechas ni de izquierdas? Depende, todo depende. ¿Hay alguien que quiera entender que con la Monarquía actual ha convivido la izquierda y la derecha? Si queremos otra fórmula de Estado, no puede ser sobre la base de la imposición, la confrontación o la resignación. La actuación de lo que denominamos “Transparencia”, también puede servir para autorregularnos.
Pero sólo desde una sociedad civil concienciada se podrá conducir a una sociedad que, considerada en el momento actual como “democracia de partidos”, se autoconcience de que, mal que bien, son una minoría, y que sólo la sustenta la bonhomía de una población que no discute su existencia. O los partidos asumen que la democracia no es la asamblea, ni el plebiscito y que desde luego no son su origen; y se abren a la discusión interna y su exposición externa, o como fórmula de aparato electoral tendrán sus días contados, pero también el empobrecimiento de nuestra sociedad y la posibilidad de no llegar a ningún lado al socaire del destino, si existe como tal.
Hay quién proclamó la República
cuando se fue de su casa
en un Reino donde el Rey
no abarcaba nada.
Y llegaron definiendo
los proclamadores del ser y del todo.
Y siendo República
y no siendo Reino
pensamos tener el dominio
siendo imbéciles a nuestro modo